La Playa de Laredo puede que sea una de las de mayor longitud de Cantabria, cuenta con una calidad de arena extraordinaria, es fina y dorada, esta playa lleva años ostentando la Bandera Azul, por su calidad y el gran atractivo turístico que supone para la Villa de Laredo, sin duda es uno de los reclamos más importantes de nuestra villa.
Cuenta con más de 4 kilómetros de arenal fina y en su mayor parte podemos ver a su espalda dunas de diversa altura, se une por el norte en la zona del Puntal con la playa del Regatón a orillas de la desembocadura del río asón y con vistas a las marismas de Santoña, zona catalogada como reserva natural, entre las dos componen uno de los arenales más largos de la costa de Cantabria.
En esta Playa durante el Verano podemos ver en ella a miles de personas, llegando a 100.000 personas, en ella podemos llevar a cabo todo tipo de actividades y deportes náuticos, como el surf, windsurf, paddle surf, el surf a vela, paseos con canoas, entre otros, pero para muchos visitantes uno de sus principales atractivos, es caminar por su orilla.
Con las subida y bajada de las mareas, el paisaje y su fisonomía cambia mucho, como si fueran dos playas diferentes ya que cuando tiene lugar lan pleamar se reduce bastante su anchura dejando una playa de fina arena blanca en toda su longitud, teniendo las dunas como barrera.
Cuando llega la bajamar su aspecto se transforma, y se amplia considerablemente tomando un color marrón oscuro debido a la arena mojada que queda impregnada por el agua a medida que baja, dejando también pequeñas lagunas, donde el agua tiene una temperatura más agradable, zonas ideales para el baño y juegos de los más pequeños.
La Playa de Laredo en su extensión recorre toda la Villa de Laredo, desde el puerto marítimo hasta la zona del Puntal, junto a ella también discurre un extenso paseo, el cual se hace agradable transitar en las horas tardías cuando el sol se pone y nos ofrece unas vistas maravillosas.
Historia de La Playa de La Salvé de Laredo
Su nombre tiene origen y se remonta a varios siglos de nuestra historia. Ya que en ella tuvo lugar, en el año 1556, el desembarco del emperador Carlos V cuando emprendía su retiro hacia el Monasterio de Yuste en Cáceres, para pasar sus últimos días.
Este fue el último viaje del emperador, venía de sus dominios de Flandes con su flota. Aquí la historia cuenta que desembarcó el monarca desde su galera llamada el Espíritu Santo, y permaneció seis días en la Villa antes de partir hacia Yuste.
“Salve, madre común de todos los mortales”. Se cuenta que pronuncio estas palabras llenas de sentido, y también besó la arena de esta playa de Laredo, al llegar después de una peligrosa travesía.
Postró sus rodillas en esta playas tras la vivencia de un largo y peligroso viaje y saludó a la tierra una vez desembarcó, y la llamó “madre común de todos los mortales”.
Estas palabras en boca del emperador, pronunciadas tras pisar la Playa de Laredo, se definen como un agradecimiento a lugar como una madre que le acogió, y le salvó de un posible naufragio. Y no es para menos imaginamos la ansiedad que tendría de llegar a tierra, más aún con la enfermedad que padecía.